Durante cinco años y con 35 millones de cuentas ensartadas a mano, el artista sudafricano Ralph Ziman convirtió un caza MiG-21 símbolo de la violencia de la Guerra Fría en una obra monumental que invita a mirar la historia de África desde el arte, no desde la guerra.

Por las calles de Johannesburgo, Ralph Ziman aprendió pronto que un arma podía decidir un destino. Tenía apenas 13 años cuando una Magnum .45 lo apuntó por primera vez. En los años del apartheid, la violencia no era una excepción, sino un paisaje. Décadas más tarde, ese mismo recuerdo se transformaría en la raíz de su obra: una serie artística que desafía la cultura de las armas y las convierte en símbolos de resistencia, belleza y memoria.
Ziman, fotógrafo y cineasta convertido en artista visual, lleva más de una década “desarmando” la historia desde su taller en Los Ángeles. Su serie “Armas de Producción en Masa” es una declaración estética contra la militarización y una oda a las manos que crean, no destruyen. Comenzó con réplicas de rifles AK-47 cubiertos de cuentas en 2013 —símbolos de liberación que se volvieron instrumentos de crimen—, siguió en 2016 con un Casspir, vehículo blindado de la policía del apartheid, y culmina ahora con su obra más ambiciosa: un MiG-21 cubierto por millones de cuentas de vidrio, presentado este verano en el Museo del Vuelo de Seattle.

El avión, adquirido a un contratista militar en Florida y restaurado pieza por pieza, mide 15,5 metros de largo, 7,3 metros de ancho y está recubierto por 35 millones de cuentas colocadas a mano por más de 100 artesanos zimbabuenses y ndebele de distintas regiones sudafricanas. Cada panel, de hasta seis metros, pesa casi veinte kilos y fue diseñado con paciencia ritual: dibujos hechos con cinta de color en Los Ángeles viajaban a Sudáfrica, donde las comunidades tejían los patrones que, como una piel nueva, vestirían la máquina de guerra.
“No hay una forma mecanizada de hacer esto; todo en ese avión es 100% artesanal”, explica Ziman. “Crecí rodeado de artesanías con cuentas. Eran arte, pero se las veía como algo menor. Yo quiero elevarlas a su verdadero valor.”

El proyecto no sólo da voz a la memoria, sino también sustento: los artesanos forman parte del colectivo Manos Ungidas, liderado por Thenjiwe Pretty Nkogatsi, comprometida con preservar el arte de las cuentas en la comunidad ndebele. Durante la pandemia, este trabajo mantuvo a muchas familias, y hoy, a través de la fundación DTCare, 25 hijos de los artesanos reciben becas de estudio, desde educación básica hasta universidad.

La obra, que recorrerá Estados Unidos antes de ponerse a la venta, financiará programas educativos y terapias artísticas para niños en Ucrania. Una paradoja hermosa: un avión creado para la guerra convertirá su venta en un acto de reparación.
Ziman insiste en que su trabajo es tanto una crítica al pasado como una advertencia presente. Recuerda que el Casspir, símbolo de represión en Sudáfrica, inspiró los vehículos MRAP estadounidenses usados en Irak y luego transferidos a la policía civil durante las protestas de Black Lives Matter.

“La historia no sólo rima, sino que parece repetirse”, dice el artista.
Su MiG-21, cubierto de luz y color, parece responder: incluso lo que nació para destruir puede renacer como arte. En un continente que aún cicatriza las heridas del colonialismo y la guerra, Ralph Ziman demuestra que la creación —como las cuentas que cubren el metal— puede ser un gesto de memoria, redención y esperanza.
FUENTE: CNN