19 de octubre de 2025

La creciente adopción de stablecoins en el continente abre una oportunidad única para que los bancos africanos lideren la innovación financiera con monedas digitales locales, evitando así una mayor dolarización y aprovechando el enorme mercado de remesas.

El auge de las monedas estables está transformando las transacciones financieras en todo el mundo, y África no es la excepción. Actualmente, más de 250.000 millones de dólares en stablecoins circulan globalmente, con un uso cada vez mayor en mercados emergentes como Nigeria, que registra cerca de 50 millones de dólares en operaciones diarias. Sin embargo, casi la totalidad de estas monedas digitales están respaldadas por el dólar estadounidense, lo que acelera la dependencia monetaria externa y la salida de capitales del continente.

Expertos como Gwera Kiwana, especialista en tecnología financiera y criptomonedas, sostienen que la solución no pasa por frenar la adopción de stablecoins, sino por emitir versiones locales vinculadas a monedas nacionales. De esta forma, los bancos africanos —que cuentan con licencias, balances y relaciones regulatorias consolidadas— podrían modernizar sus servicios, ofrecer productos digitales nativos y aprovechar la infraestructura de pagos basada en blockchain.

La oportunidad es significativa. África es la región más cara del mundo para el envío de remesas, con tarifas que alcanzan el 8,5 %, casi tres veces el objetivo del 3 % fijado por la ONU. Con flujos de más de 95.000 millones de dólares anuales, la adopción de stablecoins locales en apenas un tercio de estas operaciones podría ahorrar miles de millones de dólares a los hogares africanos.

Pese a las críticas que señalan un riesgo para la política monetaria, Kiwana subraya que las monedas estables nacionales podrían fortalecer la soberanía financiera, al garantizar mayor transparencia en las liquidaciones y reducir la dependencia del dólar. Además, permitirían captar parte de los rendimientos multimillonarios que hoy concentran los emisores estadounidenses.

Con marcos regulatorios aún en construcción, los bancos centrales africanos se enfrentan a una disyuntiva: esperar a que potencias como EE. UU. y Europa definan estándares globales, o diseñar normativas propias adaptadas a sus realidades. En este contexto, África tiene la posibilidad de pasar de ser un receptor pasivo de la innovación digital a un protagonista en la próxima generación de finanzas programables.

FUENTE: Semafor news

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