La retirada progresiva del financiamiento chino y de organismos públicos está redefiniendo el panorama energético africano. El capital privado y las tecnologías limpias ganan protagonismo en un continente que busca acelerar su electrificación y dejar atrás los modelos tradicionales de infraestructura.

El modelo de financiamiento energético en África está experimentando una transformación estructural. Según el informe World Energy Investment 2025 de la Agencia Internacional de Energía (AIE), la financiación pública y proveniente de instituciones financieras de desarrollo (IFD) ha sufrido una fuerte contracción, particularmente desde China, cuyo respaldo se ha reducido en más del 85% desde 2015. Esto ha generado una caída general del 33% en la financiación pública para el sector energético africano, pasando de 28.000 millones de dólares en 2015 a solo 20.000 millones en 2024.

Este vacío está siendo ocupado, aunque de forma parcial, por capital privado, especialmente en áreas vinculadas a la energía limpia y descentralizada. La inversión privada en tecnologías limpias se ha más que duplicado en cinco años, alcanzando casi 40.000 millones de dólares en 2024. La energía solar se ha consolidado como la opción más competitiva en muchos países africanos, impulsada por la continua reducción de costes a nivel global.
Los fondos de capital riesgo y capital privado están desempeñando un papel clave en esta transición. Las startups enfocadas en acceso a la energía han recibido el 40% de su financiación de capital riesgo en la última década, mientras que el capital privado ha impulsado iniciativas en energía solar aislada y microredes, aunque con inversiones aún modestas, con un promedio de 7 millones de dólares por operación.

El foco del mercado también está cambiando. Ante las dudas sobre la rentabilidad en el ámbito residencial, los inversores se están orientando hacia soluciones comerciales e industriales, y hacia sectores emergentes como la movilidad eléctrica. En este sentido, las inversiones en empresas africanas de vehículos eléctricos crecieron exponencialmente hasta alcanzar los 70 millones de dólares en 2023, multiplicando por ocho los niveles de 2021.
A pesar de estos avances, el continente sigue enfrentando un enorme desafío: casi 600 millones de africanos carecen de acceso a electricidad. La reducción de fondos públicos y concesionales plantea dudas sobre cómo lograr una transición energética equitativa. La AIE advierte que, sin una coordinación internacional que combine financiación pública, privada y multilateral, el ritmo actual será insuficiente para cerrar las brechas energéticas de forma sostenible.
FUENTE: Semafor